«La resiliencia no significa no sufrir. Significa aprender a vivir con lo que duele… y aun así, crecer.»
Cuando hablamos de resiliencia en el cáncer, es importante dejar algo claro desde el principio: ser resiliente no significa ser fuerte todo el tiempo, ni aparentar que todo está bien. No se trata de reprimir el llanto, de fingir alegría, ni de cargar con la etiqueta de “valiente” como si fuera una obligación.
La resiliencia va más allá del aguante.
Y también, mucho más adentro.
En el acompañamiento oncológico, la resiliencia es un pilar fundamental que nos ayuda a reconectar con nuestra fortaleza interior, a encontrar sentido en medio de la adversidad, y a transformar lo vivido —con todo su dolor— en una oportunidad de crecimiento, presencia y sanación emocional.

¿Qué es la resiliencia en el cáncer?
La resiliencia en el cáncer es la capacidad de adaptarnos, sostenernos y reconstruirnos emocionalmente cuando la vida nos sacude. No se trata de evitar el dolor, sino de atravesarlo con conciencia y con amor, y de permitir que, poco a poco, ese dolor se transforme en algo nuevo: un aprendizaje, un significado, una nueva forma de estar en el mundo.
En el contexto oncológico, la resiliencia aparece cuando:
- Una persona acepta lo que está viviendo sin dejar de cuidar lo que siente.
- Una madre se permite llorar… y también pedir apoyo.
- Un paciente descubre pequeñas acciones que le devuelven sensación de control.
- Un acompañante se permite ser humano, no perfecto.
La resiliencia no se hereda, se cultiva.
Y cada vínculo seguro, cada mirada compasiva, cada paso sostenido… la riega.
Qué no es la resiliencia en el acompañamiento oncológico
Romper mitos también es cuidar. Por eso, aquí te compartimos lo que la resiliencia no es:
✘ No es aguantar sin sentir. Aguantar no es sostener. Sentir es parte de sanar.
✘ No es forzar el positivismo. No hay que decir “todo pasa por algo”. A veces, solo hay que estar, abrazar, sostener. El dolor no necesita respuestas, necesita presencia.
✘ No es ser fuerte siempre. Puedes estar rota y seguir siendo resiliente. Puedes tener días oscuros y seguir avanzando.
✘ No es ir deprisa. Cada proceso lleva su ritmo. La resiliencia no empuja, acompaña. No exige, abraza.
Cómo trabajar la resiliencia en el cáncer
Cuando acompañamos a alguien con cáncer —ya sea paciente, familiar, cuidador o profesional— la resiliencia no es una palabra bonita. Es una brújula que sostiene, una semilla que se puede regar con cuidado, tiempo y ternura.
Acompañar desde la resiliencia es:
✨ Validar lo que la otra persona siente, sin juzgar.
✨ Ayudarle a conectar con sus recursos internos.
✨ Recordarle, con amor, que puede elegir cómo caminar este tramo.
✨ Estar a su lado, no para salvar, sino para sostener.
Como dice Boris Cyrulnik, uno de los grandes referentes en este tema:
“La resiliencia es el arte de navegar entre las lluvias.”
No se trata de evitar el sufrimiento, sino de aprender a caminar junto a él y crecer a través de él.
Si sientes que necesitas apoyo o simplemente un espacio para ti, estamos aquí para ayudarte, puedes recibir sesiones solidarias, sin coste alguno, de nuestros alumnos/as escríbenos a solidarios@brulemocion.com y cuéntanos.