Querer mejorar y superarnos, querer ayudar está muy bien, el peligro está cuando dejamos de controlarlo y nos perjudica, a uno mismo y a quienes menos queremos hacer daño. Cuando estás demasiado ansioso por hacer ….. más. Cuando nos preocupamos más por los demás que por nosotros mismos.
En mi trayectoria como coach y docente, he conocido personas que han sido conscientes de que su necesidad de dar más les perjudicaba, pero no sabían cómo frenarlo. Dar más, hacer más tanto en su trabajo como en su vida social y familiar. En el Acompañamiento Oncológico también se puede caer en la «trampa» de pensar que puedo y debo hacer más, aquí entraríamos en un campo demasiado extenso que, tanto en sesión como en la formación, se va desmenuzando y trabajando de forma personal.
Una señal de alarma es cuando comenzamos con los «debería o debo, tengo que, a pesar de que me siento mal tengo que ….». Necesitamos trabajar El Poder de Dejar Ir la Autoexigencia.
Seguimos viviendo en una cultura obsesionada con el éxito, donde la perfección parece ser el estándar y la autoexigencia se ha convertido en una carga pesada que llevamos sobre nuestros hombros. Pero, ¿Qué pasaría si pudiéramos liberarnos de esta autoexigencia y abrazar nuestra vulnerabilidad? ¿Qué pasaría si dejaríamos de perseguir la perfección y comenzáramos a aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos?
La autoexigencia es una característica de la personalidad que tiene que ver con lo que nos pedimos a nosotros mismos. Se caracteriza por las metas que nos fijamos en nuestra vida y cómo nos colocamos ante ellas.
La autoexigencia es como una sombra que nos persigue constantemente, susurrándonos que no somos lo suficientemente …… (cada uno puede añadir aquí eso que sabe que siente). Nos empuja a esforzarnos más, a dar más, a ser más fuertes y duros con nosotros mismos, creyendo erróneamente que solo así alcanzaremos la felicidad, la paz y el éxito. Pero, ¿a qué precio? ¿Cuántas veces hemos sacrificado nuestra salud mental, emocional y física por cumplir con estándares auto impuestos o asumidos? Nos hacemos prisioneros de nuestras propias expectativas y también aceptamos las que los demás nos imponen.
El resultado es un circulo de insatisfacción, estrés, ansiedad y agotamiento que solo romperemos cuando aceptemos nuestra vulnerabilidad y nuestros miedos, ahí está nuestra verdadera fuerza y camino, en el autoconocimiento y autoaceptación.
Cuando no nos permitimos valorar nuestros logros y esfuerzos, nuestras necesidades, nos desanimamos y abrimos la puerta a todo aquello que aniquila nuestra autoestima, nuestro autoconcepto.
Podemos hablar de autoexigencia adaptativa y desadaptativa. La autoexigencia adaptativa nos ayuda a alcanzar las metas que nos proponemos sin minar nuestra autoestima y preservando nuestro bienestar. Mantiene el equilibrio.
Por otro lado, la autoexigencia desadaptativa nos lleva a dar siempre el máximo sin tener en cuenta nuestros límites, siempre hay algo que mejorar, nunca te sientes satisfecho con lo que haces.
Sin entrar ahora en otras situaciones a las que podemos llegar como la fatiga por compasión, exceso de empatía o agotamiento por empatía, que trabajamos mucho en Brulemoción, es bueno empezar a tratarnos con compasión, amor y comprensión. Reconocer que somos humanos y que está bien cometer «errores». que no todo depende de nosotros y «fallar» de vez en cuando, (pongo fallar y errores entre comillas porque aunque así lo llamemos y sintamos, realmente todo es aprendizaje, pero eso es otro viaje ;-)).
En segundo lugar, necesitamos cambiar nuestra perspectiva sobre el éxito o triunfo. No se miden por la cantidad de logros que acumulamos, sino por cómo pensamos sobre ellos, por cómo lo hacemos, por nuestro bienestar mental y emocional.
Finalmente, debemos aprender a soltar el control. La vida es impredecible y llena de incertidumbre. No podemos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor, pero podemos controlar cómo respondemos a las situaciones que enfrentamos. Aprender a confiar en nosotros mismos y en el proceso de la vida es fundamental para liberarnos de la autoexigencia.
Algunos signos de alta autoexigencia son estos:
Perfeccionismo. La gran mayoría de las personas demasiado exigentes también sufren el perfeccionismo. Ser autoexigente significa ponerse expectativas demasiado altas . Tener metas poco realistas te hará pensar que no eres digno.
No te permites cometer errores. Con frecuencia, las personas exigentes se niegan a sí mismas la posibilidad de cometer errores. Por ello, al esforzarse demasiado, posponen la mayoría de las tareas u objetivos por miedo al fracaso o al error.
Autocrítico. La autocrítica puede ser continua en el día a día, deforma que la mente y el discurso negativo y machacante afectan todos los aspectos de su vida.
Establecer metas basadas en las expectativas de los demás. Hay muchos casos en los que la sobre exigencia viene de la mano de intentar agradar a los demás.
Intenta complacer a la gente. La autoexigencia en ocasiones tiene que ver con la importancia que le damos a lo que piensan o dicen de nosotros. Tanto, que las personas autoexigentes anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias.
Comparación. Las personas que se esfuerzan demasiado debilitan su autoestima .
Asumir demasiado. Asumir demasiadas tareas puede ser una de las señales importantes de que te estás exigiendo demasiado. Este sobreesfuerzo deja de lado los descansos, la relajación y el ocio necesarios para el bienestar.
La necesidad constante de logros. Las personas que se esfuerzan demasiado confían en sus logros o éxitos para sentirse valiosas. Asocian erróneamente esto con la autoestima.
Los acompañantes, a veces sienten que tienen que dar más, que hacer más por los demás, dejando atrás muchos aspectos fundamentales del acompañamiento , tanto de ellos mismos como de sus acompañados. Es muy importante conocernos de forma que sepamos pedir ayuda para gestionar estas situaciones y mejorar como personas y profesionales. Las raíces de la autoexigencia son muy profundas y conocerse es el camino.
Recuerda que el autocuidado es fundamental en todo momento y es una HABILIDAD fundamental por necesaria.
- Aprende a priorizar tus necesidades.
- Sé realista con la planificación y tareas.
- Cambia los «tengo que» por los «necesito» y ojo con los «quiero»
- Priorízate, es autocuidado
- Actúa en base a tus valores.
- Trabaja la culpabilidad.
¡¡Pon nombre a lo que sientes e indaga cuándo y por qué se producen estos comportamiento!! Es imprescindible darte cuenta y tomar conciencia de qué es lo que está sucediendo.