He sobrevivido a un cáncer de mama.
Cuando comencé el camino hacia la curación, pensaba que, al llegar a la meta, volvería a mi vida de antes siendo la misma y guardaría esta vivencia como un mal sueño en el fondo de mi memoria.
Pero estaba muy equivocada, porque ahora llevo en la mochila un año de enfermedad y tratamiento así como el peso del miedo, la tristeza y el sufrimiento vividos.
Durante el tratamiento de un cáncer, te colocas en “modo supervivencia” evitando las emociones desagradables porque no te las puedes permitir. Pero cuando todo pasa, éstas afloran y te arrasan. Entonces, necesitas tirar de la energía que te queda y de todas tus herramientas de gestión emocional para que todos los sentimientos y pensamientos se vayan ordenando dentro de ti.
Y cuando vuelves a la vida “de antes”, regresas muy permeable y todo te afecta. Es como si ese chubasquero que todos tenemos para protegernos del daño de las emociones negativas propias o de otras personas, ya no existiera, como si se hubiera roto durante el proceso mientras tratabas de sobrevivir al tratamiento.
No eres la de antes por dentro, pero tampoco por fuera. La quimioterapia te deja secuelas que a veces no se van y la cirugía te deja traumas que necesitas procesar y tardas tiempo en superar.
Y, por si esto no fuera poco, debes continuar durante al menos 5 años con la famosa “pastilla”. Me refiero a ese tratamiento hormonal al que se le quita importancia porque la paciente se ha curado y porque sus efectos secundarios no se ven. Sin embargo, son numerosos ya que este medicamento provoca una menopausia de golpe a quien lo toma.
Ya no tengo cáncer, me ha empezado a crecer el pelo y todos me dicen que estoy “estupenda”, pero nadie ve todo lo que llevo dentro por el trauma vivido y por todos los efectos secundarios de los tratamientos. La sociedad olvida que se necesita tiempo para pasar el duelo y aceptar que te has convertido en otra persona.
A menudo me pregunto si tras esta vivencia he perdido valor, pero me doy cuenta de que ha ocurrido justo lo contrario. Me duele todo, mi mente se ha vuelto lenta y mi sensibilidad está a flor de piel, pero soy una persona más sabia que ha desarrollado una resiliencia y una empatía que me han cambiado la perspectiva. Y tengo la seguridad de que esto permitirá ayudar a quien me rodea y poner un pequeño grano de arena para mejorar el mundo.
PALOMA PÉREZ MIGUEL
➡️ Lee más sobre la gestión emocional tras el cáncer aquí.
Cada historia de cáncer es única, pero todas tienen algo en común: transforman a quien las vive. Si tú también has pasado por este proceso, si sientes que no eres la misma persona de antes, pero has descubierto una nueva versión de ti, nos encantaría conocer tu historia.
Compartir lo que has vivido no solo puede ayudarte a ti, sino también inspirar y acompañar a otras personas que están en este camino.
Si quieres contar tu experiencia y formar parte de nuestra comunidad, escríbenos a info@brulemocion.com o envíanos un mensaje al +34 615 587 128.
En Brulemoción, creemos que cada voz cuenta y que juntas podemos crear un espacio de apoyo, comprensión y crecimiento.
- Navidad, Año Nuevo y Reyes cuando el cáncer está presente
- La silla vacía en Navidad: acompañar el duelo
- La culpa en el cáncer: comprenderla, aliviarla y soltar su peso I
- Cuento sobre cáncer: La piedra y la mariposa, un viaje para acompañar el miedo y la incertidumbre
- Cómo responde el cuerpo cuando vivimos algo tan fuerte como el cáncer




