A ser una persona resiliente se llega después de recibir y superar golpes o “fracasos”, aunque no me gusta la palabra fracaso porque no acertar no me parece un fracaso sino una oportunidad de aprendizaje, voy a utilizar esta palabra para que se entienda mejor. Por eso la resiliencia es el resultado de superar el fracaso. Pero ¿Qué sucede cuando es la primera vez que recibimos un duro golpe?
El miedo al “fracaso” es una experiencia normal que puede paralizar nuestros deseos y obstaculizar nuestro crecimiento personal. El miedo a fracasar a menudo nos impide perseguir nuestros sueños y profundizar en nuestras verdaderas pasiones. Sin embargo, es importante reconocer que el fracaso no es un punto final, sino más bien una oportunidad para el crecimiento y el autodescubrimiento.
El fracaso es algo tan común como el respirar. Todo el mundo fracasa alguna vez, en mayor o menor medida, pero el fracaso es algo general a todos. Tenemos el derecho a equivocarnos y aprovecharlo como medio de aprendizaje. El miedo a no saber o al “fracaso” nos paraliza e impide nuestra creatividad y asumir los riesgos necesarios.
Tenemos alumnas que se bloquean por ese miedo a no hacerlo bien, a “fracasar”, a ser un “fraude” y no poder ayudar a nadie. Con ellas trabajamos, y trabajan en si mismas, el autoconocimiento, la autorreflexión y el aprender a ser compasivas consigo mismas. Poco tiempo después, descubren el poder de la aceptación, de no juzgarse, etiquetarse o criticarse, de darse la oportunidad que merecen no solo para conocerse sino para que afloren sus habilidades e incluso se reinventen.
La resiliencia no se trata de evitar el “fracaso”, sino de recuperarse, a pesar, de esas situaciones más fuerte y transformar los reveses en oportunidades. Sirve como esperanza e inspiración, inspirándonos a creer en nosotros mismos, a aceptar el “fracaso” el miedo, el no saber como parte del viaje y a tener la fuerza de perseguir nuestras verdaderas pasiones con determinación y responsabilidad.
Trabajar el autoconocimiento, en todas sus fases, nos permite aprender, analizarnos y sacar el aprendizaje necesario.
Preguntémonos:
- ¿Estoy a gusto con esta situación/sensación a la que me llevan mis pensamientos?
- ¿Cómo me gustaría sentirme/pensar?
- ¿Qué hábito, forma de pensar o comportamiento necesito cambiar?
- ¿Qué voy a hacer diferente la próxima vez?
Vamos a ver los pasos de otra forma:
- Cambiar de perspectiva: el primer paso para superar el miedo al fracaso es replantear nuestra perspectiva. Recordemos que debemos ver el fracaso como un trampolín o aprendizaje y no como un obstáculo. Cada fracaso trae consigo una oportunidad para aprender, crecer y descubrir nuevos caminos.
- Establecer metas realistas: las expectativas poco realistas a menudo contribuyen al miedo al fracaso. Establecer objetivos alcanzables, aunque sean pequeños, nos permite un progreso constante y evita decepciones innecesarias. Divide los objetivos más importantes en pasos más pequeños y manejables para mantener la motivación y generar impulso.
- Trabajar la resiliencia: Desarrollar la resiliencia es clave para superar el fracaso. La resiliencia nos permite recuperarnos de los reveses, adaptarnos a nuevas situaciones y perseverar frente a los desafíos. Desarrollar la resiliencia requiere cultivar una mentalidad positiva, practicar el auto cuidado y buscar el apoyo de los seres queridos y personas que nos apoyan, respetan e impulsan.
- Mentalidad de crecimiento. Aprender de los errores o equivocaciones: en lugar de insistir en el fracaso, es importante analizar nuestros errores y sacar valiosas lecciones de ellos. Comprender qué salió mal y cuál era el pensamiento anterior nos ayuda a tomar mejores decisiones en el futuro y mejora nuestras posibilidades de éxito. Adoptemos la creencia de que nuestras habilidades se pueden desarrollar con el tiempo. Consideremos el fracaso como un paso hacia el éxito, hacia el bienestar.
- Desafía tu diálogo interno: Aprendamos a desafiarnos a nosotros mismos, a cuestionar nuestra voz interior, aquella que se guía por el miedo y que podemos reconocer porque nos hace sentir mal.
- Concéntrate en tus fortalezas: Trabajar nuestras fortalezas y compensa nuestras debilidades fortalece nuestra resiliencia y gestiona el miedo. Practiquemos la autocompasión.
- Celebremos cada pequeña victoria o logro: Reconozcamos y celebremos cada logro, cada pequeña victoria, así aumentamos nuestra confianza y motivación consiguiendo que sea más fácil superar el miedo.
- Replantear el fracaso: En lugar de ver el fracaso como un punto final negativo, reformularlo como una retroalimentación informativa. Cada fracaso proporciona información valiosa sobre lo que funciona y lo que no, guiando futuros intentos e innovaciones.
- Buscar apoyo: Evaluemos si, además de rodearnos de personas Vida, necesitamos recurrir a algún profesional
Recordemos que el miedo nos bloquea y nos impide aprovechar nuevas oportunidades además de impedirnos conocer nuestras propias habilidades y recursos internos. Superar el miedo al fracaso es un viaje transformador que nos permite abrazar nuestras verdaderas pasiones, aprender de nuestros errores y desbloquear todo nuestro potencial.
La psicóloga Carol Dweck de la Universidad de Stanford demostró que las personas con una mentalidad de crecimiento, que aceptan los desafíos y ven los fracasos como oportunidades de crecimiento, tienden a lograr un mayor éxito a largo plazo en comparación con aquellos que tienen una mentalidad fija.
Superar el miedo al fracaso es un viaje que requiere paciencia, perseverancia y un cambio de perspectiva. El camino puede ser un gran desafío, pero las recompensas (mayor creatividad, mayor resiliencia y una vida más rica y plena) merecen el esfuerzo.
A veces somos nuestro mayor enemigo y nuestros pensamientos son esa bolsa de basura de la imagen cuando realmente somos esas raíces y ese árbol que resurge con fuerza de ellos si nos lo permitimos, si trabajamos y creemos en nosotros. Date la oportunidad de ser el profesional del Acompañamiento oncológico que eres, de superarte y de brillar sin que nada ni nadie te tape.