La Culpa en el Duelo: Un Compañero Silencioso que Necesita Ser Acompañado

21/05/2025

En el proceso de duelo, hay una emoción que aparece con frecuencia cuando un ser querido fallece: la culpa. Esta emoción, tan humana y tan compleja, se abre paso de diversas formas, ya sea en los momentos más dolorosos del duelo o incluso en los recuerdos que surgen de una relación no resuelta. La culpa, más allá de ser una simple emoción, se convierte en una voz interna que nos señala y juzga, cuando queremos tener todo bajo control. Es una de las emociones más difíciles de manejar en el duelo, y a menudo, es la que más se vive en silencio, sin saber cómo gestionarla.

¿Qué es la culpa y por qué surge en el duelo?

La culpa es una emoción exclusivamente humana. A diferencia de otras emociones, como la ira o la tristeza, que también comparten los mamíferos, la culpa está profundamente conectada con nuestra capacidad para reflexionar sobre el comportamiento, las normas sociales y los valores éticos. Es una emoción compleja, que no solo afecta a la mente, sino que también se conecta con la energía emocional del cuerpo, creando una sensación de sufrimiento que puede paralizar y alargar el duelo.

Cuando alguien vive el duelo, la culpa se presenta en formas que pueden parecer ilógicas, pero su función es muy importante: nos invita a reflexionar, a tomar conciencia de lo que hemos vivido y de cómo podemos avanzar. Sin embargo, la culpa también puede convertirse en un peso si no se le da el espacio adecuado para ser procesada.

La culpa en el duelo: ¿racional o irracional?

En el proceso de duelo, es común que se experimenten dos tipos de culpa:

1. Culpa racional o responsabilidad
Esta culpa es aquella que surge cuando sentimos que hemos cometido un error y que este error ha tenido consecuencias negativas. Esta culpa tiene una utilidad, ya que nos invita a aprender de lo ocurrido, a corregir nuestras acciones y a crecer desde lo vivido.

Ejemplo: «No pude estar allí cuando más me necesitaba. Me siento responsable por no haber hecho más.»
Este tipo de culpa es funcional porque nos permite tomar conciencia de nuestras decisiones y buscar formas de reparación.

2. Culpa irracional o no lógica
A diferencia de la culpa racional, esta emoción no tiene una base lógica ni una relación clara entre lo que hicimos y sus consecuencias. Es una culpa que aparece incluso cuando actuamos de forma correcta y responsable.

Ejemplo: «Me quedé todo el tiempo a su lado, y aún así, no pude evitarlo. Siento que no podré perdonarme jamás.»
Esta culpa, que no se basa en hechos reales, tiene un fuerte componente emocional y simbólico, y si no se trabaja, puede convertirse en una carga permanente que cause mucho daño.

Tipologías de la culpa en el duelo

Desde un enfoque clínico, se han identificado tres tipos de culpa en el duelo, que son comunes en muchas personas que atraviesan la pérdida de un ser querido. Estos tipos de culpa son abordados con herramientas terapéuticas que buscan liberar al paciente de la carga emocional que conllevan.

1. Culpa traumática
Esta culpa surge tras muertes repentinas o violentas, como accidentes o muertes inesperadas. Los pensamientos que acompañan a esta culpa suelen ser los siguientes:
«Podría haber hecho algo más.»
«Si tan solo hubiera estado allí…»
«¿Por qué no me despedí?»

Ejercicio sugerido: El bucle del «y si…»
Te invito a escribir todos los pensamientos de «y si...», para luego trabajar con ellos desde una perspectiva más compasiva y realista. Gestiona cada uno de ellos: *

  • Primero reconoce ese pensamiento
  • ¿Se basa en creencias o interpretaciones que no son ciertas?
  • Céntrate en el presente y en lo que puedes hacer ahora
  • En lugar de enfocarte en lo que podrías haber hecho o podría ser, concéntrate en el presente y en lo que puedes controlar.
  • Se amable consigo mismo y reconoce que es normal tener estos pensamientos. Evitar juzgarte y practica la autocompasión 

2. Culpa vincular
Esta culpa está ligada a lo que sucedió en la relación antes de la pérdida. Muchas veces, surge por no haber dicho lo que queríamos decir, o por no haber actuado de manera diferente en determinados momentos.
«No me despedí como quería.»
«Nunca le dije cuánto lo amaba.»
«No pude ser el hijo o hija, la madre/padre, que él/ella necesitaba.»

Dinámica terapéutica: La silla vacía con la culpa
Proponemos un ejercicio en el que el doliente pueda dialogar con su parte culpable, o incluso con la persona fallecida, para liberar esa carga emocional y resignificar la relación. *

3. Culpa social
Esta culpa tiene que ver con las expectativas que la sociedad, la familia o el entorno ejercen sobre cómo debemos vivir nuestro duelo. Las frases como «Deberías estar más destrozado» o «No tienes derecho a estar bien aún» son comunes en este tipo de culpa.
«No hice lo suficiente.»
«No tengo derecho a sentirme bien mientras otros lo están pasando peor.»

Dinámica grupal: Mensajes heredados
Observamos las frases que hemos heredado a nivel familiar o social, y ayudamos a quien acompañamos a reconstruir mensajes más saludables y auténticos. *

La culpa en el duelo puede convertirse en un obstáculo para avanzar en el proceso de duelo si no se gestiona adecuadamente. Sin embargo, con las herramientas correctas, se puede transformar en una oportunidad de crecimiento personal.

La culpa no desaparece por completo en el duelo, pero puede ser transformada. A través de la autocompasión, la validación emocional y el acompañamiento profesional, las personas pueden empezar a liberar esta carga y avanzar en su proceso de sanación. Reconocer la culpa, abrazarla con ternura y dar espacio a las emociones para que se expresen de manera saludable es el primer paso para dejarla ir y seguir adelante.

*(Recomendamos realizar estos ejercicios con un profesional del acompañamiento experto en duelo que sabrá qué momento y dinámica es el/la adecuada)

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