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Acepto lo que no se puede cambiar y cambio lo que sí se puede

13/03/2024

Ahora aprendo a cambiar la forma de ver lo que no puedo cambiar. Estoy cambiado las cosas que no puedo aceptar.

Silvia Brule

La mejor forma de cambiar las cosas que no puedo cambiar es aceptándolas, así dejo de convertirme en víctima y tomo las riendas de mi vida. Nos cuesta, pero debemos ser capaces de aprender a separar y saber diferenciar lo que sí podemos cambiar de lo que no está bajo nuestro control. Aceptar no es en absoluto resignarse, es todo lo contrario es actuar y mejorar el presente.

Cuando aceptamos las situaciones que no podemos cambiar, conseguimos relajarnos, bajar nuestro nivel de estrés y ansiedad al tener un objetivo alcanzable y medible, y aumenta nuestra resiliencia y bienestar, nos empoderamos y dejamos de reaccionar (perdemos el control) al comenzar a actuar (tomamos el control).

Muchos familiares y acompañantes de pacientes y expacientes de cáncer se vuelcan en cuidar y dejan sus propias necesidades en último lugar, pensar  puede resultarles difícil. También hay personas que están acostumbrados a valerse por si mismas e incluso ayudar y cuidar de los demás y al recibir el diagnóstico les cuesta recibir ayuda y soltar el “control de todo”, se sienten incómodos e incluso llegan a pensar que eso es un signo de debilidad.

Aprender a pedir ayuda es una habilidad, y esa habilidad es aún más importante después de un diagnóstico de cáncer en uno mismo o en una persona cercana.

Es verdad que el diagnóstico de cáncer conlleva una pérdida de independencia, en mayor o menor medida, que se debe asumir para no descartarse, pero aprendemos a descubrir que hay muchas otras cosas que sí podemos realizar y que nos fortalecen.

En la vida siempre hay cosas que están fuera de nuestro control: Cuando llueve y no nos gusta que llueva, porque estropea nuestro plan marcado con anticipación, tenemos 2 opciones, podemos dejarnos llevar por la frustración e incluso la rabia y pena o podemos aceptarlo y decidir mojarnos bajo la lluvia o aprovechar para leer tranquilamente, escuchar nuestra música favorita, hacer algo relajante o aquello que nunca tenemos tiempo para hacer.

Este ejemplo lo podemos llevar a cualquier aspecto de nuestra viday, por supuesto, al diagnóstico de una enfermedad grave como el cáncer.

¿Y qué hago?

Cuando no aceptamos nos llenamos de preocupaciones, coge un cuaderno, yo siempre recomiendo tener un cuaderno exclusivo para el trabajo interior, y escribe en una hoja todo lo que re preocupa y cómo te hace sentir..

Cuando termines, relee lo que has escrito y en la siguiente hoja escribe las preocupaciones sobre que puedes gestionar, sobre las que tienes control. Éstas están relacionadas con tu actitud y decisiones. ¿Qué está bajo mi control directo? Puedo reconocer que no llego a todo y puedo pedir ayuda para que otra persona lo haga. Puedo tener ansiedad y puedo aprender técnicas de relajación y respiración. Cuando encuentras opciones para esas preocupaciones, la tachas de la primera hoja y lo pones aquí con el plan de acción.

Ahora vuelves volver a leer lo que queda sin tachar y pensar ¿Sobre qué puedo influir de alguna manera, aunque yo directamente no puedo hacerlo? Puedo estar saturada por las llamadas de preocupación y aliento bien intencionadas pero que me agobian y lo soluciono nombrando a un portavoz que se encargue de hablar y dar las novedades, puede «frenar» a aquellas personas que me agobian y no entienden mi proceso interno de sufrimiento. Si soy acompañante y necesito un momento de autocuidado y gestionar mis emociones, puedo pedirle a otra persona que me sustituya. Cuando encuentras cómo solucionarlo, táchalo de la primera hoja y escríbela aquí jy cómo lo vas a resolver.

Vuelve ahora a la primera hoja y lee las preocupaciones que no se han tachado, como cambiar el diagnóstico o modificar el tiempo que hace, piensa ¿Puedo reconocer y aceptar que no tengo ningún control sobre esto y aceptarlo para no desgastarme, perder energía y debilitar mi sistema inmune? ¿Puedo reconocer que esta situación que no depende en absoluto de mí pero que hay otras sobre las que sí tengo control y puedo cambia ro mejorar?

El resultado es aprender a ser resiliente y aumentar mi propio bienestar. Os dejo un fragmento de la Oración de la Serenidad, atribuida a San Francisco de Asís. A mi me encanta y resume la resiliencia y el camino del autocuidado:

Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el coraje para cambiar las cosas que puedo
y la sabiduría para reconocer la diferencia.

En clase vemos que suele costar encontrar cómo gestionar las preocupaciones, pero si te sientas a hacerlo con tranquilidad, sin que nadie te moleste, como en un momento mindfulness, dejando los juicios fuera y dándote la oportunidad de que tus habilidades interiores afloren con armonía, te sorprenderás del resultado. Éste es un ejercicio muy potente y resolutivo.

Recuerda, estamos a tu lado, nosotras y toda la Comunidad de alumnas ya profesionales del Acompañamiento y Coaching oncológico

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