Vivimos momentos en los que el dolor, la tristeza y el miedo pueden ser angustiosos. A menudo nos han enseñado que ser fuertes significa no llorar, que hay que «ser positivos» y evitar las emociones que consideramos «negativas» aunque todas son importantes. Pero, ¿y si la verdadera fortaleza está en permitirnos sentir para después transformar? especialmente llorar en el cáncer.
Podemos sentir sin quedarnos atrapados. Muchas veces, se confunde el gestionar las emociones con reprimirlas o ignorarlas, cuando en realidad el camino hacia el bienestar pasa por darles su espacio, procesarlas y luego avanzar.
Rompiendo el mito de las emociones “negativas”
Desde la infancia, nos han condicionado a dividir las emociones en buenas y malas: la alegría y el amor son bienvenidos, mientras que la tristeza, la rabia o el miedo son vistos como algo que debemos evitar. Sin embargo, cada emoción cumple una función esencial. La tristeza nos ayuda a procesar pérdidas, la rabia nos impulsa a poner límites y el miedo nos protege. Negarlas solo las intensifica y prolonga su efecto en nosotros.
El dolor que sientes es real para ti, aunque los demás no lo comprendan o no comprendan su profundidad. Nadie puede sentir lo que tú sientes porque cada persona experimenta las emociones de manera única. No permitas que nadie minimice tu sufrimiento.
En el acompañamiento oncológico y en cualquier crisis vital, darnos el permiso de sentir todas nuestras emociones es clave. No podemos avanzar si primero no nos damos espacio para escuchar y sentir nuestro propio dolor.
La importancia de permitirnos sentir
Las emociones son como un río. Si lo bloqueamos, la presión se acumula hasta que se desborda de manera descontrolada. Llorar, expresar lo que sentimos y validar nuestras emociones nos ayuda a liberar esa carga y evitar que el dolor se convierta en sufrimiento crónico.
Permitirnos llorar no nos hace débiles, nos hace humanos. Reconocer lo que sentimos nos da la oportunidad de sanarnos desde dentro. Sin embargo, el proceso no se detiene ahí. Llorar nos alivia, pero el siguiente paso es transformar la emoción en un impulso para seguir adelante.
El riesgo de quedarnos atrapados en la emoción
Cuando el dolor se convierte en nuestra única identidad, corremos el riesgo de quedarnos ahí. Sentir tristeza no significa vivir ya siempre en la tristeza. Aceptar la rabia no implica que nos definamos por ella. Hay un momento para sentir y otro para preguntarnos: ¿Cómo quiero seguir adelante? ¿Cómo quiero/elijo sentirme?
Las emociones son como olas: vienen y van. Si nos aferramos a ellas y nos resistimos a soltarlas, corremos el riesgo de convertirnos en náufragos emocionales. La clave está en permitirnos sentir sin quedarnos atrapados y para ello debemos reconocerlas, observar lo que hay detrás y transformarlas.
Cómo transformar la emoción en movimiento
El siguiente paso es canalizar la emoción de manera constructiva. Te compartimos algunas estrategias:
- Mindfulness y respiración consciente: Observar la emoción sin juzgarla y permitirle espacio sin que nos domine.
- Escritura y/o dibujo terapéutico (journaling): Poner en palabras o dibujar lo que sentimos nos ayuda a estructurar nuestros pensamientos y ganar claridad.
- Movimiento corporal: Bailar, caminar o simplemente estirarnos puede liberar la tensión emocional acumulada en el cuerpo.
- Visualización y reestructuración cognitiva: Transformar el miedo en confianza, la tristeza en aprendizaje y la rabia en acción positiva.
- Diálogo interno compasivo: En lugar de criticarnos por lo que sentimos, podemos hablarnos con la amabilidad con la que trataríamos a un ser querido.
- Busca ayuda de un profesional del Acompañamiento o Coaching Oncológico
Llora, siente, transforma y sigue adelante
Si estás en un momento difícil, permítete llorar, sentir tristeza, rabia o miedo. Pero recuerda que tu historia no termina ahí. No se trata de negar lo que sientes, sino de integrar esa experiencia y usarla como una oportunidad de crecimiento.
En Brulemoción, creemos que cada emoción es una oportunidad para conocernos mejor y fortalecernos desde dentro. Si necesitas apoyo, recuerda que no estás solo. Puedes formarte con nosotros o recibir sesiones gratuitas de acompañamiento con nuestros alumnos en prácticas.
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